—No — le corté — No es por
él.
Intervino
Ercole —Sí, sí que es por él — me
contradijo. — Ese pequeño hijo de puta no sabía dónde se
estaba metiendo.
—Le pegó un guantazo a Nina — apoyó
Ulisse —Delante de todo el mundo, Nina quería pegarle — ahora me
miraron los dos.
—Basta ya —alcé la voz — Puede que
Edgar hubiese sido un cabrón en ese momento pero... ¿Era eso lo que se merecía?
Ojo por ojo acaban todos ciegos. No quiero un atentando de guerra... —agaché la
cabeza y esto lo dije en voz más baja —Fue mi primer
amor... — oí como uno de ellos chasqueaba la lengua.
—Nina, lo entiendo —ahora
hablaba Ercole — Pero, ¿entiendes que ahora ha sido un guantazo y
dentro de un tiempo puede estar maltratando diariamente a una mujer?—asentí
levemente.
—Por eso hay que marcarle los límites — habló
Ulisse y levanté la cabeza —Hay que cortar
desde ya.
—Ya le habéis pegado — le recordé
—Es un
niñato todavía, por dios.
—Nina, lo siento, es un código de hermanos mayores
— dijo en
tono serio Ercole y me lanzó una mirada que zanjaba por completo el tema.
¿Qué haría
con Edgar? ¿Por qué se suponía que tendría que preocuparme por él? Tenía miedo,
miedo e incertidumbre.
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