Le entregué
el bolso y le pregunté a Carla por señas si llevaba algo que no debía llevar en
este momento y negó, menos mal —Bien, pueden irse— dijo al
terminar de toquetear a Carla y simplemente salió.
—Carla — la cogí por los
hombros y la meneé — Es el hombre de mi vida, la Hermion para Ron, el
hielo para el cubata, el filtro para el cigarrillo, el agua para el café,
necesito estar más tiempo con él — rogué y ella me
miró sonriente.
Recorrió la
habitación con la mirada, viendo el perímetro y se giró de nuevo hacía mí — ¿Estás
segura?— asentí —Puede que te duela
un poco.
Cogió una
bolsa de hielo —Oh dios mío — caminé
hacia atrás —Para, para, para, puedo vivir sin él, pensándolo
mejor no le necesito tanto— puse mis brazos sujetando
su mano para que no dejase la bolsa caer.
—Lo siento Nina, es por ti, ya me lo agradecerás — se zafó de
mi agarre y cogió la bolsa con ambas manos obsequiándome con un fuerte golpe en
la frente, retrocedí y caí contra unas estanterías de Hierro. Noté un líquido
caliente correr por mi cara. Abrí los ojos mareada y Carla ya no estaba. Me
llevé la mano a la cabeza y luego la miré. Sangre.
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