—Bueno, se acabó— anunció el
médico y me puso algo parecido a una tirita pero más grande —Pásate por
el hospital, corres el riesgo de que tengas una intención, pero dejaré claro en
la ficha médica que tú no quisiste ser medicada antes.
Rodé los
ojos —Yo la
llevaré — se ofreció Sam .
—Un momento, necesitas unos papeles.
Solté su
mano ya habiendo pasado toda la escenita—Perdón — dije
sinceramente.
—No es nada — me di cuenta de
que tenía una ligera capa de barba y sonreí.
Le dieron
los papeles y me ayudó a levantarme. Los tacones me estaban matando.
Me acompañó
hasta abajo y vi a cuatro chicos rodeados de policías, esos deberían ser los
detenidos, no puede ver la cara a ninguno de ellos. Sam terminó de hablar con
uno de sus compañeros y me miró.
—¿No tocarás nada?— negué y me
abrió la puerta del copiloto , entré, —¡qué de botones! — dije
perdidas por las luces como una niña pequeña que lleva las manos al fuego.
—Sé que deberías ir detrás —cerró su
puerta —Pero quiero comprobar que vas estable —sonrió — No se lo
digas a nadie — guiñó.
—Descuida — negué y me
abroché. Encendió el contacto y con ella la sirena — ¿Podrías
quitarla? Me va a estallar la cabeza — me miró y dejó la
luz parpadeante, al menos no emitía ese ridículo ruido.
Me dolían
los pies.—Quítatelos — dijo mirando hacia
la dirección dónde se inclinaba mi cabeza y mi cara hacía muecas. Santo dios,
gracias.
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