-Sube- pidió- Te llevo a casa.
-Que te jodan- le grité. Ahora me arrepentía
también de darle mi número de teléfono, junto con haberme abierto la cabeza.
Se acercó a mí- Perdón pero es mi trabajo y
ellos estaban delante. - se giró.
-Voy andando- Di media vuelta.
- Son las cuatro y media de la mañana, vas sola,
con tacones, hace frío- miró a su alrededor -Te puede pasar algo, y tienes una brecha
para colmo- Ercole y Ulisse me habían preguntado sobre ella pero había pasado
de contestarles. No sabía si les iba a perdonar esta. Seguí andando- O subes tú
o te subo yo.- comenzó.
Tiró de mí y me metió en el coche.
Ahora también me arrepentía de haberle dicho dónde vivía. Mierda.
-Lo siento- empezó de nuevo y no le contesté.
Había tenido el detalle de dejarme en la parte de delante y no en la de
detenidos, todo una monada, ¿no crees?. Dude de si dar a los botones o no sólo
para molestarle un poco, toquetearlos todos, hacer que se enfadase y me dejase
en medio de la carretera, pero no.
Paró dónde me correspondía y bajó del coche
para seguirme. Bajé las escaleras y tropecé con el último escalón, cómo no.
Intentó levantarme pero pasé de sus brazos por orgullo, el poco que me quedaba.
Seguí andando hasta la puerta de mi casa y llamó al timbre.
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