-Sin excusas- me atrapó Ulisse y me dio un
beso en la frente. Apreté sus brazos que estaban aferrados a mí.
-Está bien- cedí y Agata sonrió. -Y tú
deberías llamar a Carla, idiota- le recordé.
- ¿Tú crees?- alzó una ceja.
-Hazlo antes de que te mate- le di mi móvil,
el suyo estaba muerto después de toda la larga noche.
El deportivo de Ercole tenía cinco asientos y éramos
seis. El centro estaba a poco más de veinte minutos, al igual que el trayecto
al hospital pero desviándote completamente. Cogí a Cleo y la puse sobre mi
regazo, no creo que nos multase, de todas formas Sam me debía una si lo hacían,
¿no?.
Tracé un plan mirando por la ventanilla
mientras agarraba por la cintura a mi hermana. Llegaría porque me ahorraba el
metro, había una parada de autobús cerca del centro comercial que usé una vez
para visitar a tía Lydia cuando se puso enferma. Podría llegar al menos a una
hora moderada.
Toda mi familia comía y reía. Por el amor de
dios, ¿hola?, ¿Nadie recordaba que habíamos estado detenidos?, ¿Que habían dado
una paliza a un chico? , ¿Ahora éramos una mafia? , que tiemble Vito Corleone
porque le habíamos arrebatado el negocio.
Santo dios, yo me veía en desventaja, ¿Cómo
podían olvidar tan rápido? Esto no me gustaba, me estaría comiendo por dentro
semanas. No puedo dormir tranquila sabiendo que mi ex, a la persona que más he
querido y de la que estoy y seguiré, aunque a la fuerza, enamorada recibió una
paliza, en parte por mi gran culpa.
Porque realmente, ¿Tendría la desfachatez de
pedirle perdón? Es como hablar con alguien que lleva los auriculares puestos y
no quiere saber nada de ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario