Estas situaciones me sobrepasaban, ¿ Y mi
acantilado? , ¿y mi aire fresco? , ¿mi oxígeno? Las tornas habían cambiado
tanto en una semana, y está bien, porque debe ser así, la vid ano viene con
fecha de caducidad, una no sabe cuándo va a dar el último beso a esa persona
qué más quiere, ni sabía en ese momento que esa sería su última palabra,
tampoco que no volvería a tenerlo entre sus brazos, y entonces te paras, y
piensas, y dices : ¡Joder, si hubiese sabido que te ibas a ir y que ese sería
nuestro último momento juntos lo hubiese aprovechado más!, somos estúpidos, una
raza mediocre, deberíamos haberlo aprovechado en el momento que se nos da. Esta
era una lección de vida. Carpe diem. Vive el momento. Pero vívelo a fondo.
Tengo a un Edgar del que estoy perdidamente
enamorada en mi contra. Diego, bueno, él es un caso aparte. Es como si cuando
estoy con él se me anularan las defensas, porque me entiende y me escucha, pero
me quiere, y yo en cierto modo le quiero, claro que le quiero, pero no puedo.
Le tenía más cómo amigo que otra cosa, amigo íntimo claro, porque le besaba. Mi
procedimiento era estúpido. Y ahora estaba Sam, le conocía de unas horas pero
me había llamado la atención de una forma importante, menos mal que sólo era
atracción física, porque si fuese sentimental estaría bien jodida en ese
aspecto, más de lo que lo estoy ahora, para variar. No sé qué es lo que me
atrae de él, sus estúpidos brazos fornidos y tatuados y la sensación de mi
frente sobre sus pectorales al cogerme, y esa voz de chico maduro y malo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario