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miércoles, 14 de octubre de 2015

Página 418.

-"Vete al infierno mamá"- comentó Edgar hasta que se giró y me vio venir.
-¿Sabe usted que es el ser más despreciable que existe en el mundo?- le grité- Me importa la puta cosa que tu marido sea arquitecto y que duermas con diez mil euros debajo del colchón, porque usted no ha hecho nada para ganárselo, sólo encontrar a un estúpido que la aguante, porque no se la aguanta ni pagando- le apunté con él dedo- Puede que no tenga ni de lejos el dinero que tiene usted, pero le aseguro que mis hermanas lo tendrán un día y será porque me lo trabajaré, usted acabará sola y yo rodeada de gente que me importa, ¿Porque sabe qué? Puede que yo tenga lo justo para llegar a fin de mes, pero tengo a muchas personas que me dan cariño, no como a usted, y es más, intente mantener una familia de seis personas sin ninguna clase de ingresos desde que nos dejaron, porque vosotros sois tres, pero nosotros el doble, anda y que la den- recogí el bolso que había dejado en el suelo enfadada mientras algunos de los enfermos me aplaudían, otros me juzgaba y otros seguían con la boca abierta.
Me podría romper el corazón, me podía despreciar, me podía llamar rata, mal nacida, mal educada, desperdicio social, incluso me podría prohibir ver a su hijo, pero ni en un millón de años le permitiría que insultase a toda mi familia como si ella fuese superior y se saliese de rositas. Nunca.
Bajé las escaleras mientras me llamaban al móvil y descolgaba sin mirar quién era en la pantalla.
-¿Si?- dije con voz agotada.
-¿Dónde estás?- era Sam.
-¿Ayer me detienes y hoy quieres saber dónde estoy?- le dije ya enfadada de todo lo que había pasado anteriormente.
-Esta mañana llamé- pasó de mí- Ya imaginaba que estabas durmiendo después de la noche de ayer, pero por si acaso- me quedé en silencio y salí del hospital- Hoy tengo turno de tarde, ¿dónde estás?

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