-Tenía frío.- comenté y subió la temperatura
del termostato- No hacía falta- me mandó callar y opté por cambiar de
tema-Cuéntame cosas de ti- volvió a su sitio.
-Pues vivo aquí, tengo una hija- lo dijo muy
serio y abrí muchos los ojos- Es broma- dijo riéndose en alto y le pegué.
-¿Puedo fumar?- miré al cenicero que tenía
unas colillas apagadas.
-Hmmm, no.
- Pero tú fumas, ¿no?
-Lo que quiero es que no fumes tú- sonreí ante
el comentario y guardé el paquete derrotada -Bueno, vale uno- sonreí
ampliamente y lo encendí necesitándolo, no tardé mucho en fumármelo.
Él se levantó a comprobar lo que andaba
haciendo en la cocina y empezó a oler ya, lo más asombroso es que olía bien.
-Tienes una casa muy grande- dije cuando se
volvió a sentar y sonrió.
-Ya bueno- se encogió de hombros y encendió la
TV.
-¿Cuánto ganas al mes?- me atreví a preguntar.
-1400- dijo sin preocupaciones ni tapujos.
-Vaya...- me pasó una cerveza y me indicó que
me tumbase poniendo mis piernas encima de las suyas.
Estaba comodísima. Empezó a acariciarlas -
Eras el cambio que llevaba esperando mucho tiempo, me ahogaba en la monotonía-
dije en voz baja, tanto que dudo si lo escuché yo misma o sólo lo pensé. Me
siguió acariciando sin hacer caso a la
Tv, ¿por qué había encendido?- ¿Por qué no tienes pareja?- dije ya en un tono
más alto- ¿Eres un psicópata?, ¿Me encerrarás en el garaje o en el cobertizo de
la terraza y me harás pedacitos para cocinarme después?- rio alto y me uní a
él.
-No tengo pareja porque ninguna aguanta mi
trabajo- me explicó- La incertidumbre de si estoy bien o mal, los horarios, ya
sabes- asentí.
-Es razonable- bebí de la cerveza mirando al
techo y trajo la comida definitivamente. Lo miré. Eran canelones, tenían muy
buena pinta para ser sincera - Así que cocinas- asintió y se volvió a ir,
apareció con lo necesario para poner la mesa- Espera, deja que te ayude- le quité los platos de la mano.
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