-No hace falta.
-Sí, sí que la hace- ¿A qué jode, eh, Sam?. Le
mandé callar al igual que él antes me hizo y me senté en frente suya en una
mesa grande, también de madera.
Me sirvió - Te has pasado, no voy a poder ni con
la mitad- le regañé.
-¿No decías que tenías mucha hambre? - dijo en
tono irónico.
-Verás- le advertí y cogí un poco con el
tenedor- ¿Seguro que no eres un psicópata que me ha echado matarratas en la
comida o calmantes para violarme?- alzó una ceja y me miró divertido, cogió el tenedor,
cogió un pedazo de mi plato y se lo llevó a la boca para mostrarme que estaba
limpia, sonreí y le imité -Te felicito - dije al tragar y sonrió, abrió dos
cervezas más y, como le advertí, me dejé más de la mitad del plato, era de
esperar.
-¿Estaba rico?- quitó el plato para llevárselo.
-De diez- puntualicé admitiéndolo y sentándome
en el sofá. Llevó las cosas a la cocina y volvió- ¿Aquí pasan cosas
interesantes?, Quiero decir, ¿asesinan a gente?, ¿o alguien muere porque se lo
ha comido un tiburón?- rio.
-Lo más normal es que nos llamen por
tonterías. No pasan cosas como en castle, C.S.I o mentes criminales - me
deprimí.
-Es como decirle a un niño pequeño que los
reyes magos no existen- le aclaré.
-Supongo que tú le das mucho a la imaginación.
Bostecé-Tengo tiempo para imaginarme las
cosas, y esto me lo había imaginado.
-¿El qué?
-Un policía- dije con los ojos cerrados- No te
ofendas pero me caéis mal.
-No tengo pareja porque ninguna aguanta mi
trabajo- me explicó- La incertidumbre de si estoy bien o mal, los horarios, ya
sabes- asentí.
-Es razonable- bebí de la cerveza mirando al
techo y trajo la comida definitivamente. Lo miré. Eran canelones, tenían muy
buena pinta para ser sincera - Así que cocinas- asintió y se volvió a ir,
apareció con lo necesario para poner la mesa- Espera, deja que te ayude- le quité los platos de la mano.
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